Nuestra Lucha por la Supervivencia - Capítulo 54


Capítulo 54: Algo peor que un infectado

Andy se quedó inmóvil, sintiendo el peso de la mirada de Caín sobre él. La habitación apestaba a sangre y muerte, los cuerpos de los zombis retorciéndose en el suelo, algunos aún moviéndose en espasmos agónicos.

Caín dio un paso adelante, su bota aplastando el cráneo de un zombi con un chasquido repugnante.

—Mírate —dijo con tono burlón—. Cubierto de sangre, apenas respirando… y aún con esa mirada desafiante.

Andy escupió al suelo, sin apartar la vista del hombre que tenía frente a él.

—Si me quieres muerto, hazlo de una vez.

Caín sonrió.

—¿Matarte? No, todavía no. Hay algo en ti, Andy. Algo que me interesa.

Andy sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—No me interesa lo que quieras.

Caín rió entre dientes y giró el arma en su mano.

—Tienes agallas, lo admito. Pero en este mundo, el valor solo te lleva hasta cierto punto. Eventualmente, todos ceden. Todos rompen.

Andy cerró los puños. No iba a dejar que Caín jugara con su mente.

Entonces, en un movimiento rápido, Caín le arrojó la pistola. Andy la atrapó por reflejo.

—Vamos, Andy —dijo Caín—. Dispara. Acaba con esto.

Andy miró el arma en su mano. No tenía balas.

—Lo sabía —murmuró.

Caín sonrió.

—Por supuesto. Pero quería ver qué harías. Y lo confirmaste: no eres un asesino.

Andy apretó la mandíbula.

—Tal vez no. Pero si sigues jodiéndome, puedo convertirme en uno.

La sonrisa de Caín se amplió.

—Eso es exactamente lo que quiero ver.

Andy sintió la furia arder en su pecho. Este tipo lo estaba retando, manipulándolo, obligándolo a cruzar una línea que no quería cruzar.

Pero antes de que pudiera responder, un fuerte estruendo sacudió el suelo.

Los zombis.

El sonido de muros colapsando y gritos de pánico llenó el aire. Andy y Caín giraron la cabeza justo cuando una nueva oleada de muertos vivientes irrumpía en la fortaleza.

Caín chasqueó la lengua.

—Parece que la diversión se adelantó.

Andy no dudó. Corrió.

Aprovechando la distracción, se lanzó hacia la puerta trasera y la atravesó, escuchando los disparos de los hombres de Caín intentando contener la horda.

El pasillo al que llegó estaba en ruinas. Había cuerpos por todas partes, humanos y zombis. El humo y el fuego cubrían el aire. La fortaleza estaba cayendo.

Andy avanzó con dificultad, sintiendo el dolor en cada músculo de su cuerpo. Debía encontrar a Carla y Scot.

—¡Andy!

Su corazón se aceleró al escuchar la voz. Giró la cabeza y vio a Carla y Scot al otro lado de la barricada derrumbada.

Estaban vivos.

—¡Tenemos que salir de aquí! —gritó Scot.

Andy asintió y corrió hacia ellos, esquivando escombros y cadáveres.

Pero entonces, sintió una presencia detrás de él.

Caín.

El hombre lo alcanzó con facilidad y lo sujetó del brazo con una fuerza brutal.

—No tan rápido —susurró.

Andy intentó zafarse, pero Caín era más fuerte. Sabía que no lo dejaría ir tan fácilmente.

—Voy a hacer esto simple, Andy. Puedes venir conmigo… o puedes morir aquí.

Andy lo miró con furia.

—Prefiero morir antes que seguir tus órdenes.

Caín suspiró.

—Siempre tan testarudo.

Pero antes de que pudiera hacer algo más, un rugido ensordecedor llenó el pasillo.

Un zombi enorme emergió de las sombras.

Era más grande que cualquier otro que Andy hubiera visto antes, su piel podrida cubierta de heridas abiertas y músculos deformes. Sus ojos inyectados en sangre se fijaron en ellos.

Caín soltó a Andy, mirando a la criatura con una mezcla de sorpresa y emoción.

—Bueno, esto es nuevo.

El monstruo rugió y se lanzó hacia ellos.

—¡Corre! —gritó Andy.

Sin perder un segundo, se liberó del agarre de Caín y corrió hacia Carla y Scot.

El suelo tembló cuando el zombi gigante golpeó la pared con una fuerza brutal, derribando una sección del pasillo. Andy apenas logró esquivar los escombros y se lanzó hacia la salida donde estaban sus amigos.

Carla lo agarró del brazo y lo ayudó a cruzar.

—¡Por aquí! —gritó Scot.

Los tres corrieron a través del pasillo en ruinas, dejando atrás el caos.

Cuando Andy miró por última vez, vio a Caín observando al monstruo con una sonrisa extraña.

No tenía miedo.

Parecía fascinado.

Pero Andy no se quedó para averiguar qué pasaría.

Debían seguir adelante.

No había tiempo para detenerse. No ahora.

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