Nuestra Lucha por la Supervivencia - Capítulo 45
Capítulo 45 - Bajo la misma promesa
Sexto día en esta escuela...
La noche se extendió sobre la ciudad en ruinas, y aunque los tres habían compartido su dolor, el sueño no llegó fácilmente. La institución en la que se ocultaban contenía una antigua librería, con estanterías derrumbadas y cristales rotos. Los libros estaban esparcidos por el suelo, algunos manchados de sangre vieja, otros intactos, como si esperaran a ser leídos una última vez.
Andy miró a su alrededor y, por primera vez en días, se permitió pensar en algo más allá de la supervivencia. Se inclinó y tomó un libro de la estantería más cercana. "Moby Dick". Recordaba haberlo leído en la escuela, cuando su mayor preocupación era aprobar los exámenes. Ahora, esas preocupaciones parecían tan lejanas que casi parecían irreales.
—¿Todavía crees que vale la pena leer en un mundo como este? —preguntó Carla con una sonrisa cansada mientras se acomodaba contra una de las estanterías caídas.
Andy se encogió de hombros. —Tal vez. Pero creo que es bueno recordar que hubo un mundo antes de todo esto. Y que, tal vez, pueda haber un mundo después.
Carla lo miró por un momento antes de asentir. —Eso suena como algo que diría un optimista. Pensé que ya no quedaban de esos.
—No lo soy —respondíó Andy con una leve sonrisa—. Pero tampoco quiero rendirme.
Scot, quien había estado en silencio hasta ahora, exhaló despacio. —Tal vez eso sea suficiente.
El silencio volvió a instalarse entre ellos, pero era un silencio cómodo. No había necesidad de palabras. En aquel momento, los tres sabían lo que significaban el uno para el otro. No eran solo aliados por conveniencia. Eran una familia, la última que les quedaba.
Cuando el amanecer comenzó a teñir el cielo con tonos anaranjados, Scot se levantó y revisó su arma. —Debemos movernos antes de que los infectados nos detecten. Y los recursos ya se nos acabaron.
Andy asintió y se guardó el libro en la mochila. Carla observó el gesto con curiosidad, pero no dijo nada. Sabía que, de alguna forma, aquello significaba algo para él.
Al salir de la escuela, la ciudad les recibió con su habitual desolación. Autos abandonados, calles cubiertas de escombros, y el eco lejano de los infectados. Cada paso que daban era un recordatorio de que no podían bajar la guardia.
Caminaron por las calles en silencio, moviéndose entre las sombras, evitando los puntos expuestos. La tensión siempre estaba presente, pero esta vez había algo diferente en el aire. Algo que ninguno de los tres quería decir en voz alta: se sentía como la calma antes de la tormenta.
Cuando llegaron a una intersección, Scot se detuvo y miró hacia el horizonte. —Tenemos que decidir hacia dónde ir. No podemos seguir deambulando sin rumbo.
Carla se cruzó de brazos. —Podríamos buscar un asentamiento. Si es que queda alguno.
Andy miró hacia el cielo. El sol subía lentamente, iluminando la ciudad en ruinas. Sabía que no podían vivir así para siempre. No podían seguir huyendo. Necesitaban algo más que solo sobrevivir.
Respiró hondo y miró a sus amigos.
—Buscaremos un lugar donde podamos quedarnos. Un lugar donde podamos empezar de nuevo.
Scot y Carla lo miraron en silencio, y luego asintieron. No sabían si ese lugar existía, pero si alguien podía encontrarlo, eran ellos.
Con un último vistazo a la ciudad desmoronándose a su alrededor, el trío siguió adelante. Juntos, bajo la misma promesa: sin importar lo que ocurriera, sin importar cuán oscuro se volviera el camino, nunca se rendirían.
Y en un mundo como este, eso era lo único que los mantenía con vida.
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