Nuestra Lucha por la Supervivencia - Capítulo 41


Capítulo 41 - El alivio

Segundo día en esta escuela...

La luz del sol se filtraba por los ventanales rotos, proyectando sombras alargadas sobre las paredes descascaradas. El silencio era inusual, casi irreal, como si el mundo se hubiera detenido por un instante.

Scot estaba sentado contra la pared, afilando su cuchillo con una piedra que encontró en la calle. Sus movimientos eran metódicos, calculados, como si afilar la hoja fuera lo único que mantenía su mente ocupada.

Andy lo observaba desde el otro lado de la habitación. Carla dormía cerca, exhausta por los días de huida y lucha. Scot levantó la vista y notó la mirada de Andy.

—Dilo —murmuró, sin detenerse.

Andy se cruzó de brazos. —No es nada, Scot.

Scot soltó un suspiro. —No eres bueno ocultando tus pensamientos, Andy.

El joven dudó por un momento antes de hablar. —Es sobre lo que dijiste anoche… sobre Ethan.

Scot dejó de afilar el cuchillo y apoyó los codos en las rodillas. —Él era lo mejor de nosotros.

Andy esperó en silencio, sabiendo que Scot rara vez hablaba de su pasado. Cuando lo hacía, significaba que había mucho más bajo la superficie.

—Nos conocimos en el entrenamiento —continuó Scot, con la mirada perdida en un punto indefinido. —Era el tipo que nunca dejaba a nadie atrás. Si alguien caía, él lo levantaba. Si la misión se ponía fea, él encontraba la manera de sacarnos adelante. Yo era el que seguía las órdenes. Él era el que nos recordaba por qué peleábamos.

Andy asintió. —Parecía alguien… especial.

Scot soltó una risa amarga. —Lo era. Y yo lo dejé morir.

Andy frunció el ceño. —No pudiste haber hecho nada.

Scot lo miró directamente, con una expresión que Andy nunca había visto en él: culpa. —Podría haber hecho algo. Pero elegí la misión sobre él.

Un silencio pesado cayó entre ellos. Afuera, el viento soplaba entre los escombros de la ciudad, un murmullo constante que acompañaba la conversación.

—Cuando todo esto comenzó —continuó Scot—, juré que nunca volvería a tomar esa decisión. Que nunca más perdería a alguien por priorizar otra cosa. Por eso sigo aquí. Por eso los protejo.

Andy sintió que algo se removía dentro de él. No era solo Scot quien cargaba con los fantasmas del pasado. Todos lo hacían. Y, sin embargo, seguían adelante.

—Gracias, Scot —dijo en voz baja.

Scot asintió y volvió a su cuchillo. Pero esta vez, sus movimientos eran menos tensos, más tranquilos. Tal vez, por primera vez en mucho tiempo, hablar le había aliviado algo del peso que llevaba.

La luz del sol se deslizó un poco más dentro del edificio. Un día más en el apocalipsis, pero también un día más en su lucha por seguir siendo humanos.

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