Nuestra Lucha por la Supervivencia - Capítulo 2


Capítulo 2: Un nuevo amanecer

"ALERTA DE EMERGENCIA NACIONAL. ESTE MENSAJE ES EMITIDO POR ORDEN DEL GOBIERNO DEL PERÚ. SE REQUIERE ATENCIÓN INMEDIATA."

"Ciudadanos del Perú… mantengan la calma y escuchen atentamente.

Una crisis sin precedentes ha comenzado en la ciudad de Lima. Se ha detectado un brote de violencia extrema y descontrolada en múltiples distritos. Los afectados presentan comportamiento agresivo, irracional y letal. Son hostiles y atacan sin motivo aparente.

Se CONFIRMAN reportes de ataques en Miraflores, San Isidro, Cercado de Lima, Barranco y Surco. El Gobierno ha desplegado fuerzas militares para contener la situación, pero la amenaza se propaga rápidamente. Las comunicaciones con varias zonas han sido interrumpidas. No hay contacto con los hospitales principales. La ciudad está colapsando.

"A partir de este momento, el Gobierno del Perú declara el estado de emergencia absoluta."

"Se ordena a todos los ciudadanos: NO salgan de sus hogares. Bloqueen puertas y ventanas. Eviten cualquier contacto con personas desconocidas, incluso si parecen necesitar ayuda. No hay garantías de que sigan siendo humanos."

"Este mensaje se repetirá cada 30 minutos… hasta que sea demasiado tarde."

...

El sol despuntaba en el horizonte, tiñendo el cielo de un rojo profundo, como si el mundo mismo sangrara tras la catástrofe. Sus rayos iluminaban las calles desiertas, donde el eco de gruñidos y pasos arrastrados recordaba que el peligro nunca descansaba. La ciudad, una vez vibrante y llena de vida, ahora yacía en un silencio roto solo por los sonidos de la muerte.

Dentro de la casa, Andy estaba sentado en el suelo de la sala, con la mirada perdida en la nada. El eco de los gritos de sus padres aún resonaba en su mente, una sinfonía de horror imposible de acallar. Su rostro reflejaba el dolor y el vacío de quien lo ha perdido todo. Carla, sentada a su lado, quería decir algo, pero no encontraba las palabras. Scot, con la experiencia de haber visto la muerte de cerca muchas veces, se acuclilló frente a él, su expresión grave pero firme.

—Andy, sé que esto es difícil —dijo Scot con voz serena, pero autoritaria—. Nadie está preparado para perder a su familia de esta forma… pero tienes que seguir adelante.

Un golpe seco contra la ventana los hizo sobresaltarse. Afuera, una sombra grotesca se movía erráticamente, gruñendo con una furia ciega. Andy apenas reaccionó. Su puño se apretó sobre su rodilla, su respiración irregular.

—¿Y qué sentido tiene? —susurró, con la voz quebrada—. Todo lo que conocía… todo lo que amaba… se ha ido. No hay nada más para mí.

Scot suspiró y miró a Carla por un momento. Luego volvió a fijar sus ojos en el chico.

—Mira, sé que ahora mismo todo parece perdido, pero te prometo algo: no estás solo. Carla y yo estamos aquí. No podemos cambiar lo que pasó, pero sí podemos decidir cómo enfrentamos lo que viene.

Andy negó con la cabeza, sus ojos vidriosos mostraban su desesperación.

—Tú no lo entiendes. Mi familia era todo para mí. ¿Cómo… cómo sigo adelante después de esto? —murmuró, con un hilo de voz.

Scot se sentó a su lado, cruzando los brazos sobre sus rodillas.

—He perdido amigos en combate, Andy. Gente con la que crecí, con la que compartí momentos, con la que hice promesas que nunca pude cumplir. Cada pérdida duele, pero aprendí algo: la única forma de honrar a los que hemos perdido es seguir luchando. Vivir cuando ellos no pudieron. No significa que dejes de sentir dolor… pero sí que encuentres una razón para seguir. Tú tienes una.

Los gruñidos en el exterior se intensificaron. Carla se tensó, su mano apretando la de Andy con fuerza.

—Sobrevivir no es solo para ti —continuó Scot—. Es para aquellos que ya no pueden hacerlo. Es para demostrar que este mundo de mierda no nos ha vencido todavía.

Carla inclinó la cabeza y miró a Andy con ojos brillantes.

—No podemos cambiar lo que pasó, Andy… pero sí podemos seguir juntos. Y yo no quiero perderte también.

Las palabras de ambos penetraron en su mente, aunque el dolor seguía presente. Andy no estaba listo para simplemente levantarse y seguir adelante como si nada, pero algo en sus palabras se quedó con él. Un pequeño destello de razón en medio de la desesperación.

Cerró los ojos, respiró hondo y se limpió las lágrimas con la manga de su chaqueta. Sus hombros, antes caídos, se enderezaron ligeramente. Apretó los labios y, por primera vez desde la tragedia, alzó la cabeza.

—No sé si podré… pero lo intentaré —murmuró.

Scot sonrió con aprobación y se puso de pie.

—Eso es todo lo que necesitamos. Ahora, pongámonos en marcha. Necesitamos provisiones si queremos seguir con vida.

Pasaron los días, y recogieron todo lo que pudiera servirles: un cuchillo para Carla, un bate para Andy. Solo les faltaban las provisiones. No había otra opción: debían salir a buscar alimentos fuera, aunque eso significara arriesgarlo todo.

Un golpe más en la ventana les recordó la urgencia de moverse. Con paso lento pero decidido, Andy se levantó. Carla le dio un leve apretón en la mano antes de soltarla, y juntos salieron de la casa en busca de un nuevo destino, conscientes de que el peligro acechaba en cada sombra.

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