Nuestra Lucha por la Supervivencia - Capítulo 5

Capítulo 5: Solo son recuerdos

La noche era un velo de sombras y peligro. Andy, Carla y Scot corrían entre callejones oscuros, con el eco de sus pasos resonando en la ciudad abandonada. El encuentro con el grupo de sobrevivientes había sido breve, pero suficiente para hacerles entender que no podían confiar en cualquiera. La brutalidad con la que esos desconocidos habían tratado a los suyos era suficiente advertencia. Ahora, solo les quedaba huir.

"No podemos seguir así", jadeó Carla, deteniéndose por un momento para tomar aire.

"Lo sé", respondió Scot, mirando a su alrededor. "Pero no podemos quedarnos aquí mucho tiempo. Si nos vieron escapar, vendrán tras nosotros".

Andy se apoyó en la pared, sintiendo el sudor frío recorrer su frente. Todavía podía escuchar las palabras de aquel hombre del grupo de sobrevivientes resonar en su cabeza: "Si no fuera por que el resto de nosotros aún necesita algo de carne que raspar, ya te habría dejado sangrar hasta morir". Esa frialdad, esa falta de humanidad, le helaba la sangre.

"Tenemos que encontrar un refugio seguro", dijo finalmente, intentando despejar su mente.

Scot asintió. "Sigamos moviéndonos. Conozco un lugar que podría servir, pero tendremos que cruzar la avenida principal".

Carla frunció el ceño. "¿La avenida? Ahí es donde están los infectados, Scot".

"Y donde hay infectados, es menos probable que nos sigan esos tipos", respondió Scot con calma.

Andy sintió un escalofrío. Sabía que tenía razón, pero la idea de atravesar una calle llena de esos monstruos no era nada alentadora. Sin embargo, quedarse en los callejones oscuros tampoco era una opción.

Tomaron una ruta sinuosa hasta llegar al borde de la avenida. Desde allí, pudieron ver el desastre: autos volcados, vidrios rotos y cuerpos esparcidos en el pavimento. Algunos se movían.

"Infectados", murmuró Carla, apretando con más fuerza su cuchillo.

Scot observó la zona. "Si nos movemos rápido y en silencio, podremos esquivarlos".

Andy respiró hondo. La adrenalina palpitaba en su pecho. Un paso en falso y estarían rodeados.

Uno por uno, comenzaron a cruzar. Avanzaban entre los autos abandonados, cuidando cada movimiento. Andy pasó junto a un cadáver cubierto de sangre seca. No sabía si estaba muerto de verdad o solo... esperando.

De repente, un sonido rompió el silencio. Un chirrido metálico.

Carla se había apoyado en la puerta de un auto, y esta cedió con un rechinido ensordecedor.

Los infectados más cercanos alzaron la cabeza.

"¡Corre!", gritó Scot.

El grupo aceleró el paso, esquivando obstáculos mientras los gruñidos y los pasos torpes de los infectados se acercaban. Andy sintió su corazón desbocarse. Un infectado salió de entre dos autos, justo frente a él.

Sin pensarlo, levantó su bate y golpeó con todas sus fuerzas. Un crujido seco resonó en la noche cuando el impacto hundió el cráneo del monstruo, que cayó de espaldas con un estertor final.

"¡Vamos!", gritó Scot.

Con los infectados pisándoles los talones, llegaron al otro lado de la avenida y se adentraron en una tienda saqueada. Scot cerró la puerta y empujó un estante para bloquear la entrada.

El silencio volvió, solo interrumpido por su respiración agitada.

"Eso estuvo demasiado cerca", murmuró Carla.

Andy se dejó caer contra la pared, sintiendo el temblor en sus manos. No había tiempo para relajarse.

"Scot... este lugar es seguro?", preguntó.

El policía observó la tienda. Estanterías derribadas, vidrios rotos, pero ningún rastro de infectados dentro.

"Por ahora, sí", dijo. "Descansen un poco. Mañana decidiremos qué hacer".

Andy asintió, pero sabía que el descanso sería difícil. Porque cada sombra, cada sonido, era un recordatorio de que el peligro nunca desaparecía.

Y en este nuevo mundo, cada noche podía ser la última.