Nuestra Lucha por la Supervivencia - Capítulo 23


Capítulo 23: La voz de la esperanza

Andy asintió. No necesitaban más palabras. Se puso de pie y le extendió una mano a Carla. Ella la tomó, sintiendo su agarre fuerte y seguro. En un mundo devastado por el caos, un simple gesto de apoyo significaba más de lo que podían expresar con palabras. No estaban solos en esto.

Scot se acercó con su característico gesto serio, la mirada siempre analizando el entorno, buscando cualquier señal de peligro.

—Tenemos que movernos. Si esta zona estuvo ocupada por alguien, es probable que vuelvan pronto. —Sus ojos se posaron en Carla por un momento, notando el cambio en su expresión. Su dolor no había desaparecido, pero ahora se había transformado en algo más. Determinación. Asintió con aprobación—. Encontraremos un lugar mejor.

Carla se puso de pie, deslizando la hoja de su cuchillo contra su pantalón para limpiarla antes de guardarlo. Miró hacia el horizonte, con el fuego ardiendo en sus ojos.

—Sí. Y cuando llegue el momento, haremos que Isaac pague por todo lo que hizo.

Nadie discutió. No era una promesa vacía, sino un destino inevitable.

El grupo comenzó a moverse. Eva ajustó la mochila con los suministros, Andy revisó su munición y Scot tomó la delantera, siempre en alerta. Carla, con un propósito renovado, no se quedó atrás.

Las horas transcurrieron en un inquietante silencio mientras avanzaban por calles desiertas. A su alrededor, edificios en ruinas se alzaban como monumentos a la decadencia de la civilización. Vidrios rotos, autos calcinados y grafitis cubrían las paredes de lo que antes fueron tiendas y viviendas. De vez en cuando, los cadáveres putrefactos de antiguos habitantes yacían en la acera, despojados de todo salvo de su tragedia.

El sonido de sus pasos resonaba entre los escombros. Las ventanas de los edificios estaban oscuras, como ojos vacíos observándolos desde la distancia.

Entonces, la estática interrumpió la quietud.

Andy se detuvo en seco, su corazón latiendo con fuerza. Eva frunció el ceño y revisó la radio que llevaba consigo. Era un objeto casi inútil en este mundo, un vestigio de un tiempo mejor. No la habían encendido en días.

—¿Qué está pasando? —preguntó Carla, acercándose con cautela.

Eva giró los diales con ansiedad, su pulso acelerándose. De repente, un pitido bajo resonó en el aparato.

Luego, una voz.

No era cualquier voz. Era clara, firme, con un tono calculado, como si cada palabra estuviera meticulosamente elegida para resonar en lo más profundo de los corazones de quienes la escuchaban.

"A todos los sobrevivientes que aún resisten en este mundo roto..."

El grupo intercambió miradas.

"Hay esperanza."

Andy sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

"San Juan de Lurigancho ha resistido la destrucción y se ha convertido en un bastión para aquellos que buscan un futuro."

Eva tragó saliva.

"Aquí encontrarán alimentos, seguridad, refugio... y respuestas."

La palabra "respuestas" quedó flotando en el aire.

"Este es su momento. No dejen escapar esta oportunidad. Sigan el río hacia el norte. Una luz azul los guiará."

La voz se detuvo. Luego, el mensaje comenzó a repetirse en bucle.

El grupo permaneció en silencio por varios segundos, cada uno procesando lo que acababan de escuchar.

—Esto… —murmuró Eva—. Esto es real, ¿no?

—¿Suena demasiado bueno para ser cierto? —preguntó Carla en voz baja.

—Mucho. —Andy frunció el ceño—. Nada en este mundo se ofrece gratis.

—Pero si es real… —susurró Eva, con un brillo de esperanza en sus ojos—. Necesitamos un refugio. Algo más que solo ruinas y muerte.

—¿Y si es una trampa? —preguntó Scot, cruzándose de brazos—. Hemos visto lo peor de la humanidad. Sabemos de lo que son capaces.

—También sabemos que no podemos seguir deambulando sin rumbo —dijo Andy, con el ceño fruncido—. Si hay una oportunidad, tenemos que investigarla.

—Podemos acercarnos —dijo Scot tras pensarlo unos segundos—. Pero si algo no nos cuadra, nos largamos.

Carla miró la radio nuevamente. "Respuestas." Esa palabra se quedó grabada en su mente. Tal vez ahí encontrarían lo que tanto necesitaban. O tal vez… solo encontrarían su fin.

Pero solo había una forma de averiguarlo.

Respiró hondo, con los ojos fijos en la calle.

—Vamos a San Juan de Lurigancho.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Nuestra Lucha por la Supervivencia - Capítulo 1

Nuestra Lucha por la Supervivencia - Capítulo 3

Nuestra Lucha por la Supervivencia - Capítulo 2