Nuestra Lucha por la Supervivencia - Capítulo 9


Capítulo 9: Ecos de la muerte


El silencio pesaba como una losa. Solo el sonido entrecortado de la respiración de Carla y los sollozos ahogados del niño rompían la quietud dentro del edificio saqueado.

Había transcurrido un tiempo considerable, y la entrada permanecía extrañamente silenciosa. Ni un solo gruñido, ni el más leve arrastre de pies. Era como si los infectados hubieran desaparecido... o peor aún, como si los hubieran olvidado a propósito. Ese silencio no traía paz, sino una inquietud creciente, como el preludio de algo que se avecinaba.

Scot se acercó a la puerta, asomándose cautelosamente hacia la calle oscura. "Tenemos que movernos. Si esos dos vuelven con más gente, estaremos jodidos."

Andy pasó una mano por su rostro, sintiendo el sudor mezclado con polvo y sangre seca. Su costado ardía donde la cuchilla del hombre de la barba lo había alcanzado. No era una herida grave, pero le recordaba lo cerca que había estado del final.

Carla seguía en el suelo, con la pistola aún temblando en su mano. Andy se agachó a su lado. "Carla... ¿estás bien?"

Ella lo miró con los ojos nublados. Su respiración era irregular, su pecho subía y bajaba rápidamente.

"Yo... yo lo maté."

Andy tragó saliva. Sabía lo que estaba sintiendo. No era la primera vez que alguien moría frente a él, pero para Carla...

"No tenías opción," dijo en voz baja. "Si no lo hacías, él nos mataba a nosotros."

Carla cerró los ojos con fuerza. Su cuerpo temblaba.

Scot se acercó. "No podemos quedarnos aquí. Lo que sea que sintamos ahora no importa si estamos muertos en la próxima hora."

Andy asintió. "Tenemos que buscar refugio. Y comida. Y..."

Un sonido los interrumpió.

Un murmullo.

El niño, aún aferrado a Carla, miraba fijamente hacia la puerta.

"¿Qué pasa?" preguntó Scot.

El niño levantó la mano y señaló.

"Hay alguien ahí."

◼◼◼

Andy se movió rápido, alzando su pistola y apuntando hacia la entrada. Carla, aún temblorosa, se levantó con dificultad. Scot se ubicó detrás de una estantería volcada, su rifle preparado.

Por un momento, el silencio volvió.

Entonces, una voz.

"No disparen..."

Era un susurro. Femenino.

Andy frunció el ceño. "¿Quién eres?"

No hubo respuesta inmediata. Luego, una figura apareció lentamente desde la penumbra de la puerta.

Era una mujer. Joven, de cabello oscuro y vestida con ropas raídas. Sus ojos reflejaban cautela y miedo. Levantó las manos, mostrando que no estaba armada.

"No quiero problemas," dijo con voz baja. "Solo... escuché el ruido. Pensé que tal vez había más sobrevivientes."

Andy intercambió una mirada con Scot y Carla.

Scot no bajó el arma. "¿Estás sola?"

La mujer asintió. "Sí."

Carla, aún afectada, miró al niño y luego a la mujer. "¿Cómo te llamas?"

"...Eva."

"¿De dónde vienes?" insistió Scot.

Eva vaciló. "De las afueras de la ciudad. Estoy buscando... un refugio seguro."

Andy sintió que algo no encajaba. Su mirada no era solo de miedo. Había algo más, algo que no decía.

Pero antes de que pudiera seguir interrogándola, un estruendo sacudió la calle.

Un disparo.

Un gruñido inhumano.

Luego, el sonido de varios pies arrastrándose. Los infectados venían.

"¡Mierda!" exclamó Scot, corriendo hacia la entrada y asomándose.

Desde la distancia, Andy vio el reflejo de los ojos muertos de las criaturas acercándose entre las sombras. Decenas. Quizás más.

"¡Nos descubrieron!" gritó Carla.

Eva dio un paso atrás, con los ojos abiertos de terror. "Tenemos que correr."

"No podemos salir por la calle, nos verán de inmediato," dijo Andy, su mente trabajando rápido. "Tiene que haber una salida trasera."

El niño jaló la manga de Carla y señaló con su pequeña mano. "Por ahí..."

Era una puerta de emergencia al fondo de la tienda.

"Vamos, rápido," ordenó Scot, y todos se movieron.

Andy sintió su pecho arder mientras corrían. El sonido de los infectados se hacía más fuerte.

Scot empujó la puerta trasera y esta cedió con un golpe. Salieron a un callejón estrecho y húmedo.

Eva se detuvo un momento, mirando a su alrededor. "Sé un lugar donde podemos escondernos."

Andy no confiaba en ella. Pero en este momento, no tenían opción.

"Guíanos."

Y con eso, el grupo desapareció en la oscuridad, mientras la horda invadía la tienda.

Pero no eran los únicos que los estaban siguiendo.

Desde la distancia, dos ojos observaban cada uno de sus movimientos.

El hombre de la barba sonrió.

"Nos volveremos a ver."

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